La georgiana Ninó Chakvetadze es una de las pintoras más conocidas de su país. Los protagonistas de su obra son principalmente los niños, una eterna fuente de emociones positivas, cuenta la artista, que se inspiró en el relato ‘Platero y yo’ para algunos de sus cuadros.
La artista se sumerge en recuerdos de su infancia feliz a la hora de ponerse a trabajar, inspiración que le ha traído gran popularidad y reconocimiento, haciendo que sus creaciones encuentren un nuevo hogar nada más salir de su estudio-galería en el centro de Tiflis.
Es lo que ocurrió en particular con dos de sus trabajos preferidos basados en ‘Platero y yo’, del premio Nobel de Literatura Juan Ramón Jiménez.
La infancia de Chakvetadze le ha proporcionado una fuente inagotable de ideas para otros muchos cuadros en los que se sienten identificados tanto niños como adultos.
Los sentimientos de Ninó Chakvetadze son compartidos por los admiradores de su obra, algunos de los cuales se emocionan al contemplar su obra.
Mientras, la propia artista reconoce que ha de hacer un breve viaje al pasado y sentirse como una niña cada vez que pinta un cuadro nuevo.
Ninó Chakvetadze asegura sentirse feliz ayudando a la gente a recordar su infancia y haciendo aflorar unos sentimientos que hoy en día ya no se ven tan a menudo.
Chakvetadze, de 46 años, lleva el oficio en la sangre. Su padre, Otar, impartió clases en la Academia de las Artes de Georgia y a los 10 años la pequeña Ninó ya había decidido a unir su vida a la pintura.
Hoy día la producción de la artista georgiana se comercializa en Georgia y fuera de sus fronteras. Los retratos de niños angelicales, a los que Chakvetadze pinta en ocasiones alas, han despertado interés también en EEUU, Rusia, Ucrania y Alemania, entre otros países.
La pintora exhibe además sus cuadros en el marco de eventos benéficos para ayudar a recaudar fondos para diversas causas infantiles.
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