La crisis económica ha afectado de lleno a los jóvenes españoles, muchos de ellos privados de oportunidades laborales. Si el crecimiento se consolida, la tendencia puede cambiar en el próximo decenio debido al amplio relevo generacional que se avecina y a la creación de empleo neto
Juan A. Medina
Para los años venideros nuestros jóvenes tienen que estar formados “porque las probabilidades de empleo se concentrarán en los jóvenes más cualificados”, apunta el profesor Lorenzo Serrano, de la Universidad de Valencia e investigador del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie). Serrano y su colega Ángel Soler son los autores del estudio `La formación y el empleo de los jóvenes españoles. Trayectoria reciente y escenarios futuros´, presentado por la Fundación BBVA y el propio Ivie en Madrid, en el que analizan los problemas laborales de los jóvenes españoles de 16 a 34 años durante las últimas crisis, el papel de la formación y las perspectivas de empleo para la próxima década.
Para Serrano, “la parte buena de la crisis es que siempre hemos salido de ellas” y el decenio 2015-2025 va a ser determinante para la empleabilidad de los jóvenes, «porque van a tener más oportunidades de trabajo por una cuestión demográfica, al combinarse un importante relevo generacional con una disminución importante del número de personas menores de 35 años«, indica.
En la próxima década habrá que cubrir 7,6 millones de jubilaciones. “Las previsiones de puestos de trabajo a cubrir –tanto por creación neta de empleo como por estas jubilaciones– van de 7,2 millones, en el escenario pesimista, a 9,7 en el optimista, pasando por 8,9 en el escenario base”, analiza Serrano. A estas previsiones, apuntan los autores del informe, habría que añadir 1,2 millones adicionales de oportunidades laborales –el total sería de 10,9 millones de empleos– si se mantiene la tendencia de 2014, que ha doblado la previsión media de creación neta de empleo.
Un panorama alentador pero que requiere el máximo esfuerzo de los jóvenes para acceder a estos puestos de trabajo. “Las mayores oportunidades van a estar ligadas a la mayor formación”, señala Serrano, quien ofrece el dato de que el 60 % de estas ofertas laborales corresponderán a jóvenes con estudios superiores.
El problema de los `Ni-ni´
En este escenario, directores y gerentes, técnicos y profesionales científicos e intelectuales, o técnicos y profesionales de apoyo, serán los puestos más ofertados –la previsión es que siete de cada diez nuevos puestos sean de este tipo–. “Por tanto, las mayores posibilidades de empleo serán para titulados con estudios universitarios o formación profesional superior”, apunta este estudio.
Las previsiones son que se requieran 779.000 técnicos y profesionales de apoyo en los próximos años; 145.000 empleos administrativos, especialmente los orientados al trato con clientes, mientras los puramente administrativos descenderán (-250.000) debido a la creciente automatización de estas tareas. Más preocupante es el panorama de los jóvenes sin apenas formación, para quienes sus opciones laborales serán casi inexistentes (un 2 %).
Los autores de este estudio analizan la alarmante situación de los denominados `ni-ni´ (jóvenes que ni estudian, ni trabajan), y en especial el hecho de que más del 60 % de ellos (3.000 jóvenes menores de 25 años) carece de estudios postobligatorios y, sin embargo, no realiza ningún tipo de formación.
Para acceder al mercado laboral, los aspirantes requerirán mejores niveles de competencia además de los estudios superiores, entendido como destrezas y conocimientos adquiridos, idiomas, informática, prácticas laborales o liderazgo en el trabajo, y ahí los jóvenes españoles muestran pobres resultados.
Las oportunidades laborales que se darán en el próximo decenio debido al amplio relevo generacional y la creación de empleo neto hay que aprovecharlas y “exige un esfuerzo de administraciones, sistema educativo, empresas, familias y los propios jóvenes”. Para ello, establece un listado de actuación:
• Mejor funcionamiento de la enseñanza desde los niveles más básicos, que reduzca el fracaso escolar, mejore los resultados educativos y aumente las competencias de los jóvenes
• Impulso a la formación dual y fomento de la implicación de las empresas en el proceso
• Reforzar las políticas activas de empleo, centrándolas menos en los subsidios y más en la formación y el asesoramiento personal al parado.
• Iniciativas públicas y privadas más potentes que las actuales para mejorar la empleabilidad de los jóvenes escasamente cualificados, ya que sin ellas sus riesgos de exclusión laboral son elevados
• Promoción del emprendimiento por parte de los jóvenes, con medidas como facilitar el acceso a la financiación y ofrecer complementos específicos de formación a los emprendedores.
• Contar con emprendedores más formados es clave para mejorar el perfil de los puestos de trabajo y el uso más intenso y adecuado de trabajadores más cualificados.
• Fomento de fórmulas de empleo más estable. La tasa de temporalidad afecta todavía al 40 % de los jóvenes menores de 35 años, con efectos negativos en la adquisición de competencias y su uso productivo.
• Refuerzo de los sistemas de evaluación de los resultados, tanto en el ámbito educativo como en el de las políticas activas de empleo.
Fotos: EFE
¿Y los que no tenemos 35 años, tenemos futuro?